jueves, 18 de abril de 2013

Cuento de cinco minutos.


- Y... ¿Tienes novio?, solo por curiosidad...

La chica se lleno de una armonía tremenda, por fin, después de bastante tiempo, habían llegado a lo que quería.

- Amm... pues me gusta alguien. - Le contestó con esa picardía que suelen tener las indirectas amorosas.

- Ah, ya veo. - El chico tenía un problema, jamás, en su vida, había captado una indirecta, un sarcasmo, era demasiado inocente.

- ¿Por qué lo preguntas?

A la chica se le dibujo una sonrisa de oreja a oreja con un pequeño color rojo, como sangre de pichón; apenas visible por el maquillaje que traía; resultado de esos cambios tan raros que aparecen en la cara, por el nerviosismo y con el rubor. Estaba perdida en los ojos del chico. Cosa que el chico pensaba, estaría resfriada y con un poco de fiebre.

Al chico no le hacía gracia esa sonrisa suya, después de todo el coqueteo, de abrirse y dejar que husmeara en su vida, de darle, metafóricamente, su corazoncillo colegial, de enamorarse.
Después de eso, ¿le sonreía?, ¿después de confesarle que había alguien más?

- No, por nada... Ya me tengo que ir.

Giróse para irse, le dieron unas ganas repentinas de no verla más, y no sabía por qué.

La chica, con un giro de ojos y un movimiento rápido, agarró al chico por la punta de sus dedos.

- Eres tu, idiota.

Ahora el chico se perdía en sus ojos, y pareció borrársele todo realismo y sucumbir ante las metáforas que había dejado pasar toda su vida. ¿Cómo sería su vida desde esta nueva perspectiva?
 
La chica lo miro y rompió el silencio.

¿Estás bien? - Le dijo, tocándole la frente.
- Estás sudando.

Ahora, venía el rubor.

1 comentario:

  1. Hahaha lindo pequeño cuento c:
    No lo pude leer en fb pero ya lo pude leer aquí c: me gusto (:

    ResponderEliminar