lunes, 25 de febrero de 2013

Paciente No. 036

Llevo dos semanas desde que me liberé.
No sé de dónde exactamente, ni por que me tenían allí. Carajo, ni siquiera sé quien soy.
Tengo recuerdos borrosos sobre sujetos mirándome desde arriba.
Pero lo que importa ahora es qué comer, tengo hambre y parece que todos en la ciudad se han ido...


Una sequía me abunda hasta las más pequeñas papilas, nunca había sentido una gran necesidad de beber hasta cada partícula diminuta de polvo.
Todos me apuntaban con una gran fuerza que penetraba mi alma, como una gran critica hacía mi persona y la rigidez de sus miradas. Era una sensación única que podría representarse en un ambiente frío y lleno de miedo a lo considerado escalofriante y a su vez una gran presión de calor que derramaba gotas gordas de sudor llenas de las lagrimas que no puedo liberar con facilidad.
¡Caramba! He pisoteado mi propia autoestima sin importar lo pequeña que era.

Quiero dejar de pensar, pero hay una nube de emociones y un diluvio de pensamientos, de recuerdos bloqueados.
Espero que mi familia y amigos estén bien, si es que tengo, ¡no recuerdo!
Dejo de ver por la ventana y salgo del edificio, y eso, no hay nadie.
Pero no es una escena apocalíptica, todo está intacto, los edificios .
Si quiera basura!
Como si una aspiradora gigante hubiera descendido del cielo y hubiera succionado solo a los seres humanos.
Tengo miedo, sí.
Lo que más miedo me da es que me siento... feliz.
No hay presión, se fue la atmósfera que siempre había.
Un gato va cruzando la calle...

Será una agonización la mía al verlo. Puede representar esa voluntad propia de querer ver algo. De poder no sentirme tan solo y eso más que ponerme en duda, me entristece. 
Tan solo quiero saber el porque de las cosas y no patrañerías mías de mi cabeza. Ahora en quien menos confió es en mi mismo pero no hay nadie mas, en absoluto. Retóricos lanzamientos de ideas que me obsequia mi subconsciente y el problema es que no sé la manera de entenderlos, simplemente duelen igual como fuertes punzadas en mi cabeza con un pesado martillo de punta fina. Como sabré si hago bien las cosas o lo correcto para mi en esta situación...


Después de presentarme con el minino, me ha seguido por todas partes.
Somos cómplices de robar una tienda, si es que se le puede denominar robo, cuando ni gobierno hay. No hay reglas, somos animales libres.
No más prejuicios, no más miedo.
Hace dos semanas que desperté, hace una semana que el gato se fue con otros gatos.
Hace unos minutos vi una luz prenderse por las ventanas del edificio. Y no era mi habitación.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Klientus

Voy para tres semanas, en que llegué a la cueva.
Gracias a la recomendación de una amiga.

La primera vez que entré, pude percibir olores de los más dulces para sentido humano; perfume y colonia, café, pan de diversos tipos. Olía a gente rica y ociosa.

Conocí a mis nuevos compañeros quejándose, cosa que siguen haciendo, que del clima, sus relaciones amorosas, un cabrón aquél, una zorra aquella, en lo desagrables que eran las criaturas...

¡Las horribles criaturas, cierto!

Esas cagadas hacían un escándalo tremendo, desesperadas por atención, en cuanto llegaban y se echaban  parecía que olvidaban de todo el mundo.

Bien, llegaban en pequeños grupos de cinco o seis. Igual llegaban en parejas, que eran las peores si me llegan a preguntar.

Cuando una criatura suele entrar sola, los demás dejan de hacer lo que sea que hagan, se giran, y los observan durante unos segundos, después, como si nada, siguen balbuceando entre ellos.
Pero, si es una hembra, se le quedan mirando mucho más tiempo, se miran entre los machos haciendo muevas estúpidas y grotescas acompañadas de lo que parecen ser, risitas.
La hembra se echa a esperar algún macho

Curiosos estos especímenes.
Solo piden por pedir, cuando llego a limpiar y levantar, veo la tazas a la mitad, eses por doquier y sobrecitos de azúcar vacíos hechos bolita en los platitos base.

No creo aguantar más en este lugar.
Ni propina dejan los cabrones.

martes, 19 de febrero de 2013

Sueño marginado.


Plaza altabrisa, solo que no era del todo, la misma plaza altabrisa.
Todas, absolutamente, todas la paredes se tornaron blancas, surgió una atmósfera tranquila, llegando al nivel de aburrimiento,  limpio, como un museo.

Inclusive, solo podía ver los establecimientos a travez de cristales, como eso, exhibiciones de museos olvidados.
 
El café que suelo frecuentar, se convirtió en una gran cafebrería de élite. con unas cuantas personas dentro, personas que aparentaban lo que no eran.
Vagué por la plaza, hasta toparme con ex compañeros de la preparatoria,que no me sorprendió  quizás quedé con ellos , y para por fin poner emoción al asunto y el cimiento de toda la historia; mi ex novia.

Pude sentir como el subconsciente se me llenaba de tristeza, impotencia, de odio hacia mí mismo.
Me saludó a como siempre lo hace en la vida real, me trató igual, como un excelente ser humano, nada standar.
Siguió su camino, por donde nosotros también iríamos.

Empecé a enfermar.

Tratando de no pensar en ella, me alejé del grupo.

Caminando, a la mitad de la plaza, encontré a una conocida, que en la vida real, apenas nos conocemos.

Platicamos, nos desesperamos, coqueteamos y nos besamos.
Con cada beso, me sentía peor, se me iba cerrando más la garganta, me abrazaba aún con más fuerza, quería vomitar.

Me alejé de ella, y volvió a su trabajo. Como la robot que era.
Camine por donde había llegado, hasta encontrarlos, la manada.

Cuando me uní a ellos, empezaron a caminar otra vez, nos acercábamos a una parte totalmente inexistente a la de la vida real.
El camino se tornaba empinado, subimos a una plataforma circular, con un árbol en medio, un poco de pasto al rededor de él.
Todos se sentaron, cuando voltee a verla, estaba sentada al lado de los chicos, con una cámara fotográfica  instantánea profesional en las manos, como si no supiese usarla.
Comenzó su sesión fotográfica.
A mis ex compañeros, a las paredes blancas, a la gente que pasaba, que nos miraban y se sentaban queriendo ser parte de un sueño.

Al final me enfocó.

Giré rápido la cabeza, tratando de ignorarla.

Escuche el "click".Se paro y caminó hacia mi por detrás, se agacho, pude sentir como las puntas de su cabello me picaban la oreja derecha y parte del cuello, sentir su fragancia, nada de perfumes, su fragancia natural.

-"Mira"

Sacó una fotografía, supongo, la que me había tomado.
Era una foto color sepia.
La escena trataba de una ardilla en lo que parecía ser un parque.
Aun no recuerdo si salía en la foto, es lo más seguro.Le respondí con un ademan de aceptación con la cabeza, muy hostil.
Se guardó la foto en su bolso.
Cuando se levantó, me invadió una desesperación, como muy pocas veces lo había sentido, (todas en sueños por cierto), un sentimiento de terror, me giré bruscamente.

Ella tenía que saber, saber que a pesar de mi edad, sabía lo que era amar, amarla.
Cuando voltee, se encontraba caminando a paso rápido, ya a la mitad de la plaza.
De lo unico, en todo ese mar de sentimientos. de lo que estaba cien por ciento seguro, era que, se encontraba feliz, serena.

Me dolía el estomago de recordar lo que había dejado ir.
Tengo que correr tras de ella, salvarla de convertirse en mi.
Eso jamás

Desperté de golpe, mirando la intersección de la pared y el techo, perceptiblemente blancas, con la poca luz que se reflejaba del poste de luz.

Me sentía peor que en el sueño.

Tenía un dolor extremo en el estomago, como si no hubiera comido en días.
Salí a pasos largos de la habitación.

Agarré mis cigarros, el encendedor de la cocina y fumé como si no hubiera un mañana.Se filtraba una luz tenue por una rendija, más bien, una pequeña ventana.Me trepé al inodoro y asomé la cabeza y una mano con un tabaco a la mitad.

Lo primero que vi fue a una ardilla correteando a otra por los cables de la luz, los perdí cuando treparon de un salto al árbol de mango de los vecinos.


La brisa fría de la madrugada son de las cosas que más amo en la vida, sobre todo cuando tengo cigarros conmigo, el frió podía confortarme, al poder compararse con mi frió interior, causa del temor, melancolía. 
Un escalofrió alargado, por horas.

Ahora tengo que regresar a la cama.

No quiero preocuparla, sé que la desperté al salir casi corriendo de la habitación.

Regreso a dormir con la mujer que no amo.

Regreso a dormir.

Aún puedo alcanzarla y corregirme, podemos hacer nuestra historia.

Con la mujer de mis sueños.

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NOTA.
La forma en que escribí esto fue de manera rápida, tratando de no cambiar lo que soñé.
Disculpen si la estructura es muy hueca, que las cosas que pasan son muy rápidas.
Como un montón de acciones nada relacionadas, justas en un cuento.
Pero supongo que así nos sentimos al recordar los sueños. 
Como recuerdos borrosos, que al relatarla lo hacemos de manera infantil e insegura. 

Pero a pesar de todo, es mi cuento, es de mi, para mi.
Para ella quizás. Aun que esto, como yo, pasaremos por alto por ella.
Son solo sentimientos escritos, "simples palabras", como tales no existen.